En marzo de 2024, se presentó el siguiente proyecto, fruto del TFG (Trabajo Fin de Grado) del grado universitario en Bellas Artes.
El libro de artista se despliega como un todo unificado, donde sus múltiples partes se entrelazan. Contenido y contenedor, comparten un fin de comunicación y expresión artística.
Este proyecto busca dar respuesta, mediante la práctica artística, a una exploración temática hacia lo abismal. La producción artística consiguiente comprende un libro de artista cuya propuesta es mostrar un posible acercamiento y conceptualización de la atracción hacia lo desconocido, es decir, hacia el abismo. Se ha llevado a cabo desde el contexto de la práctica alfarera, el lenguaje fotográfico y la estructura del libro. Los tres ejes sobre los que se desarrolla esta aproximación son: el tránsito en la alfarería, el umbral de la representación en las imágenes y el abismo desde el libro de artista como espacio narrativo.
Caja
como contenido
como contenedor
Cuaderno
Fotografías de gran formato
Acordeones
Fotograbados
“Como la vida de una persona, todo arte es una obra en proceso.” (Anzaldúa, 2021)
Extracto de la introducción del documento
Para transgredir la inmovilidad, acrecentar el pensamiento crítico y construir una identidad propia, es necesario ir más allá de lo conocido. Se necesita un espíritu suficientemente apasionado con el misterio que supone la otredad, para poder explorar fuera de los límites; lo oculto nos seduce desde la distancia.
“Cuestionémonos lo evidente para buscar lo invisible” nos dice Soler (2017), a la vez que Solnit asegura que al arte se llega a través de lo desconocido y, por lo tanto, la labor de la artista es dejar entrar las profecías, lo extraño, para dar lugar a las ideas o formas que aún no han llegado (Solnit, 2020). Anzaldúa (2021) lo describe como continuos tránsitos que transgreden nuestra consciencia y la desplazan “hacia diferentes y nuevos terrenos de mestizaje” (p. 95)[1]. El proceso creativo se nutre y se basa en nuestra atracción hacia lo desconocido, hacia aquello que proyectamos nuestros deseos de expresión y crecimiento. Esto conlleva aceptar y convivir, con la incertidumbre del umbral previo, a la nueva forma por venir. Puede entonces ser la cerámica, y especialmente la alfarería, ―con todas sus transformaciones formales y fisicoquímicas―, un símil de la metamorfosis que supone el ejercicio creativo al aspirar a lo inédito y construir desde lo informe.
Apuntar hacia lo desconocido, puede entenderse como dirigirse al abismo, hacia un espacio de profundidad insondable, incierto. Es allí donde está latente la máxima creatividad en potencia, aquella que aún no conocemos. Para estudiar esta idea del abismo, desde la práctica artística, se ha recurrido al libro de artista y la fotografía, tomando como motivo de representación, piezas de alfarería. Abordaremos un proceso que responde directamente a la atracción que ejerce el abismo, su seductor misterio, que parece habitar entre jarrones, registros de luz, tinta y papel.
[1] “El estado Nepantla es el hábitat natural de los artistas. […] A través de nuestras obras de arte, cruzamos la frontera hacia otros niveles subjetivos de conciencia, nos desplazamos hacia diferentes y nuevos terrenos de mestizaje.” (Anzaldúa, 2021, pp.93-95)